El SIBO y el Burning Mouth Syndrom

Aunque tiene un nombre muy sensual, el Burning Mouth Syndrom poco tiene de erótico-festivo. Lo más cercano a una experiencia sexual es que te jode el día en el momento que la lengua te empieza a arder y a picar.

Este es uno de los síntomas más pesados, enigmáticos y difíciles de tratar. El origen aún no lo tengo claro, hasta ahora nadie ha sabido decirme por qué se me pone la lengua como si hubiera comido un puñado de chilis para desayunar.

La primera noticia que tengo de este síntoma surge después de tomar antihistamínicos cuyo fin era tratar la alergia al polen. Te cuento la historia:

Como sabes, llevaba meses que no andaba nada fina con el estómago: tenía un montón de molestias, mareos, la comida me sentaba mal en general… Y llegó la primavera con sus síntomas adicionales. Esto era demasié p’al body, así que decidí hacerme pruebas para ver a qué tengo alergia.

El otorrino que me atendió me dio los resultados del Pricktest y de los análisis de sangre que me habían hecho y me dijo: „Usted tiene alergia a todas las plantas del mundo y al pelo de perro“. A todas las plantas del mundo lo esperaba, pero ¿al pelo de perro? Los gatos sí me han llegado hacer estornudar pero, ¿los perros? Primeras noticias. 

Le pedí que me aconsejara y me recomendó un antihistamínico que era especial y que iba muy bien para la alergia al polen. Según su opinión, lo mío con los alimentos era una alergia cruzada. Me dio una lista para que me la estudiase y evitara los alimentos que estaban vinculados con las plantas y árboles que me dan alergia. Es decir, prácticamente que dejara de comer el resto de la primavera porque su diagnóstico, recordemos, es que tengo alergia a todas las plantas del mundo y al pelo de perro. WTF.

Le avisé que desde siempre reacciono mal a los antihistamínicos, pero me aseguró que este era muy bueno. Pues bien, ingenua e imprudente de mí empecé a tomar el medicamento, y aquí se produce el nacimiento de mi Burning Mouth Syndrom.

¿De dónde sale el Burning Mouth Syndrom?

Recuerdo que un día después de tomar el primer antihistamínico ya me notaba un poco rara. De pronto, después de comer un puñado almendras tenía la sensación de que me faltaba un poco el aire y me costaba respirar. Como en general andaba tan revuelta, no lo asocié al medicamento y mucho menos a las almendras, que no me habían dado alergia jamás en la vida. 

Pero dos días más tarde me ocurre algo que no me había pasado nunca antes: por la mañana temprano me dispuse a desayunar lo mismo de siempre que eran copos de avena con leche de almendra y almendras picadas de topping. Sí, soy una freaky de las almendras. Me encantan. Seguramente en otra vida fui una ardilla viciosa.

Unos pocos instantes de terminar el desayuno noto cómo la lengua empieza a inflamarse y me pego un susto de muerte. Esto sí que no me lo esperaba. A partir de ese día esto se convierte en un periplo de inflamación, ardor y picor de lengua que no cesa y que reaparece después de algunas comidas. En su momento lo asocié al antihistamínico y creo que ese fue el origen en mi caso. Cuando dejé de tomar el medicamento, la lengua se inflamaba menos, pero el picor y el ardor se han quedado.

Los primeros momentos los recuerdo con mucha deseperación, miedo y pánico a que la lengua se inflamase mucho más y me quedara sin respiración. Por suerte, esto no ha sucedido nunca, pero la inseguridad la sigo llevando en el cuerpo.

Otro error fue visitar a una alergóloga que sin apenas mirarme me dijo, la tía bruja, ¡que dejara de comer almendras! y que me tomara dos antihistamínicos al día. Si uno ya me la había liado, imagínate lo que conseguí tomando dos pastillitas al día: el apocalipsis de la poca microbiota sana que me quedaba y con seguridad empeorar el estado de mi pobre leaky gut.

Durante varios días no podía siquiera beber agua sin notar que la lengua se inflamara. La microbiota bucal e intestinal estaban seguramente arrasadas. Imagino que el ácido clorídrico estaría bajo mínimos a consecuencia del antihistamínico, lo que permite a las bacterias campar a sus anchas y hacer estragos de los que aún hoy, después de un año, me sigo recuperando.

Después de visitar a varios especialistas, entre ellos una dermatóloga, tres otorrinos, dos médicos de cabecera, una médico de urgencias y una alergóloga, el síntoma sigue apareciendo en determinadas ocasiones. Mis sospechas son:

  • Alimentos abundantes en salicilatos
  • Exceso de histamina que provoca algún alimento
  • Cambios hormonales
  • Estrés, cómo iba a faltar

La dermatóloga me hizo una prueba para ver si era un hongo. En ese caso, hay remedios de la farmacia que van bien y se puede atajar más o menos fácil. Pero después de esperar tres semanas a los resultados de ese test, la respuesta fue negativa. No era un hongo y tampoco me dieron más pistas de cómo seguir buscando el origen de mi Burning Mouth Syndrom.

Una vez más, el Doctor Google acudió al rescate y me informé por Internet hasta que di con el nombre de este síndrome tan especialito. He leído en varias páginas que las personas con dentadura postiza y las mujeres mayores de 50 años son las más afectados por este síndrome. Pero no pertnenzco a ninguno de estos grupos. Si mis sospechas son ciertas, el Burning Mouth Syndrom es en mi caso una especie de reacción alérgica a los alimentos, porque solo me ocurre después de comer.

Cómo lidiar con el Burning Mouth Syndrom en tu día a día

Como te decía antes, este es para mí uno de los síntomas más molestos y el que más K.O. me deja. En cuanto aparece, ya está el mal humor garantizado y la preoupación se me desborda. A pesar de que el síntoma no me afecta al hablar, me siento muy limitada y se me quita el ánimo de emprender cualquier actividad. Si conoces este síntoma, seguro que sabes a lo que me refiero.

El cuidado bucal desde entonces ha sido una aventura, como todo lo que acompaña al SIBO y al Leaky gut. Los primeros días tenía la boca tan sensible que no podía ni lavarme los dientes. De hecho, durante una temporada me lavaba los dientes solo con agua y con un cepillo de dientes para bebés*. La idea me la dio una amiga y en seguida la puse en práctica.

Cuando pasé mi etapa de cepillo dental para bebés, me cambié a los cepillos de dientes normales* pero sin perder de vista que fueran más suaves para no dañar las encías.

La pasta dental la abandoné durante unos cuantos meses y no he notado un deterioro de mis dientes ni nada similar. Pero lo cierto es que con la pasta de dientes se queda una sensación más agradable en la boca.

Las pastas de dientes y elixires bucales tienen miles de ingredientes que me daban mucha inseguridad. Para los productos de higiene y los medicamentos sigo una máxima que es: cuanto menos ingrendientes, mejor. A ser posible dos o tres como máximo. Si tiene más, los miro con más detalle antes de utilizar el fármaco o el producto. Pero de esto te hablaré en otro post.

Para encontrar una que se adaptara a mis exigencias di muchas vueltas hasta que encontré una con la que me sentía cómoda. Esta pasta de dientes* no tiene de nada: ni fluor, ni mentol ni ná de ná. Por no tener, no le sale ni espuma cuando te lavas los dientes. Hasta ahora me ha dado buenos resultados, no he experimentado ninguna reacción alérgica y es la que utilizo a diario.

Otros cuidados para bocas sensibles

La verdad es que no he encontrado muchos remedios para este síndrome raro, a parte de cuidar higiene bucal y lavarse los dientes que algo ayuda a aliviar el picor y la sensación de ardor. Pero he probado algunas cosas que quiero compartir contigo:

Enguajes con aceite de coco:

Si te quieres parece a Gwyneth Paltrow ya no es necesario que hagas velas con olor a vagina, sino que puede probar algo más mundano como un enjuague bucal con aceite de coco, algo que la actriz también practica. Pero Achtung! Esto solo te lo recomiendo si toleras el coco y no te genera ninguna reacción. A ver si por intentar mejorar, vamos a empeorar la cosa.

Los enjuagues con aceite de coco* los empecé a hacer después de llevar un año con SIBO y Leaky gut, y tras haber probado que el coco como alimento no me da alergia.

En cualquier caso, he hecho estos enjuagues 10 días después del desayuno y he notado cierta mejoría. Recomiendan una cucharada sopera y enjuagar con el aceite de coco como si fuera un elixir bucal.

Yo he adaptado la cantidad a una cucharada de té y con eso me ha valido para el test. Además, como el aceite de coco está solido, la cucharada de té no es rasa, sino que se hace como una montañita que te metes en la boca como si fuera un caramelo.

Para no caer en la tentación de tragarlo, empiezo el enjuague con aceite de coco con la cabeza mirando hacia abajo hasta que está líquido por completo. Después me enjuago la boca unos 5 minutos desde que está liquido y, cuando termino, lo escupo en la basura y no en el lavabo, ya que el coco puede solidificar y quedarse en las cañerías.

Si el coco no te va o te da alergia, también es posible hacer los enjuagues con aceite de oliva virgen extra*. Estos dos aceites tienen propiedades antibacterianas que te pueden ayudar a equilibrar tu microbiota bucal.

Mi resumen es que, después de usarlo días, empezaba a notar que el coco no me sentaba bien y me daba algo de reacción. Así que lo he dejado de practicar y me dejo este truco para ocasiones puntuales, porque lo cierto es que deja una sensación agradable de suavidad en la boca y en los labios.

Té de jengibre:

Un remedio bastante sencillo es tomar un té de jengibre fresco después de comer. Es muy fácil de preparar y en pocos minutos está listo para tomar. Si no lo conoces, te explico cómo se hace:

  • Cortas un trozo de jengibre fresco y lo pelas
  • Lo pones en una taza y, mientras, calientas el agua como para un té normal
  • Una vez que el agua haya hervido, viertes el agua en la taza
  • Esperas unos 5 o 6 minutos y tu té de jengibre estará listo para tomar

Cuando se haya enfriado un poco, le puedes añadir algo de limón exprimido y así de paso te llevas un chute de vitamina C. Si toleras el jengibre y el limón, notarás algo de mejoría después de tomar el té.

LNT o La Nueva Terapia:

De esta terapia te hablaré en otro post con más detalle, pero te la dejo aquí porque es uno de los métodos que más me ha ayudado a mejorar mi Burning Mouth Syndrom.

Si no eres mucho de terapias alternativas, esta puede que te supere un poco. En caso de que seas principiante en el mundo de las terapias energéticas, quizá puedes probar primero con Reiki o acunpuntura y luego pasar a la LNT.

El concepto en sí es sencillo: cuando contactas con tu terapeuta de LNT, le explicas el síntoma que quieres tratar, en este caso el Burning Mouth Syndrom.

Durante la terapia, se tratan el cuerpo físico, el energético y el espiritual. Esto puede llevar a que sientas oscilaciones y movimientos en tu cuerpo o a que experimentes cambios a nivel emocional y psíquico. En cualquier caso, estos cambios son para bien y te hacen sentir mejor de una manera bastante sostenible.

Te recomiendo que le eches un vistazo y decidas si es algo que te llama la atención y te animas a probar. A mí me ha ayudado mucho, pero las terapias energéticas son muy particulares y depende mucho de cada persona cuál hace más efecto.

Espero que algunos de estos consejos te ayuden y, si tienes algún otro remedio efectivo para el Burning Mouth Syndrom, compáterlo conmigo.

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En este post te recomiendo productos que he ido adquiriendo y que a mí me han facilitado la vida en mi proceso de recuperación. Solo te voy recomendar aquellas cosas que he comprado o probado personalmente. Si de tu visita a las tiendas se produce una compra, recibo una comisión por medio del link de afiliados que has utilizado. Esto no tiene gastos adicionales para ti y a mí me reporta unos ingresos que me ayudan a mantener este blog y también a mimar mi microbiota con algún probiótico que me haga falta. ¡Muchas gracias por tu apoyo! 💖

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