El SIBO y la vida social

Como si tener molestias con el SIBO fuera poco, a eso se le suman las dificultades para llevar una vida social más o menos normal.

Lo queramos o no, muchas de las actividades que se proponen con las amistades y la familia acaban antes o después alrededor de una mesa. “Pásate a tomar un café”; “¿Quedamos a cenar?”; ¿Cuándo te va bien para que comamos juntas?”. Esto en el ámbito diario, pero siempre acaban llegando las invitaciones a la BBC: bodas, bautizos y cumpleaños (o comuniones). 

Antes, todas estas invitaciones eran motivo de alegría y de ilusión; ahora, se convierten en un tormento al que no te quieres someter. Porque ¿qué hay más desagradable que estar rodeada de personas y sus intestinos “sanos” que pueden comer y probar de todo sin temer alergias u otros síntomas feroces? Y mientras, tú te quedas ahí con un agüita mineral mirando cómo los demás primero te ponen carita de pena pero luego se avalanzan sobre su comida y la disfrutan sin remordimientos.

Estas situaciones se me han presentado ya en varias ocasiones, y nunca acaban bien. Al principio dices „no pasa nada, me adapto“, pero a la larga no hace gracia y acabas sufriendo porque te ves limitada e impedida de disfrutar y comer con libertad como los demás.

Y aparece el temido estrés que empeora tu estado de ánimo, cabrea a las bacterias y, por ende, empeoran tus síntomas. 

¡Que se extinga la humanidad!

Muchas personas son comprensivas y empáticas, proponen otros planes que no impliquen comida de por medio y buscamos alternativas para pasar tiempo juntas sin que nos tengamos que preocupar de cuestiones gastronómicas.

Otras, sin embargo, no tienen tanta delicadeza o no entienden tu situación. A veces, a pesar de que tengan la mejor de las intenciones, te proponen probar esto o lo otro, te traen cosas para comer que no toleras, te hacen preguntas incómodas en las que te acabas justificando o dando más explicaciones de la cuenta o, en el peor de los casos, te hacen bromas de mal gusto con las que te sientes aún peor y más limitada si cabe.

Otro highlight es cuando no paran de hablar de comida en tu presencia y no se ahorran comentar que se morirían si tuvieran que dejar de comer esto o lo otro. Spoiler: si dejas de comer azúcar y lácteos, no te mueres, créeme.

En resumidas cuentas, a quienes lidiamos con SIBO u otras dolencias gástricas a diario, estos comentarios no nos ayudan para nada.

Con este tipo de personas me veo a mí misma al más puro estilo Matrix esquivando preguntas, galletitas con gluten y bien cargadas de azúcar, comentarios surrealistas, invitaciones a cumpleaños y, al final, acabo agotada, de mal humor, con ganas de meterme en la cama y esperar a que se extinga la humanidad de una puñetera vez.

Es muy frustrante. Es lo más frustrante de todo, mucho más que dejar de tomar alcohol, azúcar, café y gluten, peor que los calambres en el estómago, más desagradable que la tripa inflamada después de cada comida, mucho peor que las reacciones alérgicas y el ardor en la lengua. Todos esos síntomas antes o después se pasan, pero la gente vuelve una y otra vez a la carga y a veces de la manera más inesperada.

Renunciar a la vida social y encima tener que aguantar a veces comentarios de lo más peregrino es extremadamente frustrante y más doloroso que el SIBO.

Consejos todoterreno para sobrevivir en la jungla social

Con el tiempo, he adoptado varias estrategias para socializar que me han ayudado con mayor o menor éxito. Aquí te dejo alguna de mis reflexiones:

Reduce el contacto con las personas que no empatizan contigo: Sí, suena radical, pero es preferible reducir el contacto con aquellas personas que no entienden tu situación, al menos una temporada o en los momentos que tu ánimo no esté muy fino. Si te esfuerzas en seguir el ritmo de estas personas, al final solo te traerá dolores de cabeza, te hará sentir peor y te generará más estrés, cosa que no te hace falta. A este grupo de personas las reconoces porque:

  • te ofrecen cosas que no puedes comer, aunque saben que tienes SIBO
  • te empujan a hacer planes sin tener en consideración tus ritmos de comida y de descanso, o
  • te marean haciendo planes que al final cancelan
  • hacen bromas pesadas sobre tu situación 
  • hablan constantemente de comida
  • hacen comentarios como: ¡me moriría si no como XY!
  • te cuentan historias catastrofistas sobre alguna enfermedad gástrica de algún conocido

Si reconoces a personas de este grupo en tu entorno más cercano, no tengas miedo de poner red flags y límites. El SIBO es bastante cansado de llevar, te mereces un entorno que te apoye y que te entienda. Si se lo tienes que explicar mil veces, se lo explicas mil y una vez. Seguro que al final te acaban entendiendo y pronto se convierten en personas del siguiente grupo.

Refuerza el contacto con los que sí empatizan contigo: Aunque parezca obvio, no siempre lo es. Este grupo es más fácil de reconocer, porque:

  • se adaptan a tus ritmos
  • proponen actividades culturales o en la naturaleza
  • te escuchan tus rollos sibolinos sin juzgarte
  • no pierden la paciencia si les dices varias veces que no puedes quedar
  • te dan buenos consejos o te derivan a terapeutas de su confianza
  • te invitan a su casa y te dejan que cocines tu comida sin presión

Ante todo, no te aisles

Es muy tentador quedarse en casa y evitar situaciones sociales para no agotarte, pero es muy importante seguir en contacto con tus seres queridos y participar en algunos eventos.

Si tienes algún hobby o practicas algún deporte, no lo dejes del todo. Algunos días seguro que tienes fuerzas y ánimo para salir a comerte el mundo, aunque sea un mundo FODMAP.

Aquí te dejo algunas ideas para el tiempo libre que son aptas para SIBO, IMO y Leaky gut:

Propón cenar en tu casa: Invita a una o dos personas a comer contigo en casa. Hay unas cuantas recetas fáciles y ricas que siempre gustan a todos aunque no tengan gluten, ni lactosa, ni azúcar. Así tienes el control de todos los ingredientes que caen en tu plato y si te sientan mal, al menos ya sabes a quién echarle la bronca.

Propón actividades en tu casa: Puedes organizar una tarde de juegos de mesa, un music jam o una tarde de karaoke. No sabes el juego que dan unas panderetas* y un par de instrumentos baratejos* para pasar un buen rato. Eso sí, puede que tus vecinas y vecinos no piensen lo mismo.

Descubre la oferta cultural que tengas cerca: Parece de Perogrullo, pero muchas veces dejamos de ir a un museo, a una exposición, a un concierto o a algún otro evento cultural porque has quedado para comer o cenar. Ahora es tu momento de volverte una cultureta y estar al día de lo que se cuece en tu ciudad.

Ve al teatro o al cine: Me encanta ir al teatro de siempre, es una sensación única estar sentada entre el público y ver en escena a un buen grupo de actores. Si vives en Hamburgo, estás de suerte porque hay tantos teatros que si quieres puedes ir cada fin de semana a uno.

El cine también vale pero debes tener en cuenta que la gente come muchísimo en el cine. En Alemania ya hay cines con menús completos, así que si crees que la gran pantalla te puede abstraer del festival de olores y el crunchy crunchy de las palomitas hipersaladas, no te prives y busca una peli que te guste. Los cines alternativos llamados Programmkinos atraen a un público menos “comedor” y más bebedor. ¡Que nada te pare en tu camino de volverte la cultureta más cool de tu barrio!

Apúntate a clases de baile: Y si es danza oriental mucho mejor. Este baile te hace mover partes de tu cuerpo de forma aislada y en conjunto, y es fenomenal para darle un buen meneo a tus intestinos, sobre todo si tienes digestiones lentas, como es mi caso.

Habla con personas que han pasado por lo mismo que tú: Ayuda mucho conocer la experiencia de otras personas, saber qué pasos han dado, por qué tratamientos han pasado, cuál ha sido o es su odisea personal. Ya sabes que el SIBO es muy particular y a cada uno le afecta de una manera u otra, pero nunca está de más saber qué les pasa a otros y qué tratamientos han probado.

Socializar con SIBO no es fácil

A pesar de poner en práctica estas recomendaciones que te doy, es fácil que en algunos momentos te sientas aislada o excluida del mundo.

Si esto te sucede y ves que te afecta demasiado al ánimo y a tu bienestar mental, no dudes en compartir tus pensamientos y sentimientos con alguien de tu confianza. Además, siempre puedes buscar soporte psicológico para pasar el bache. No hay nada de malo en acudir a una psicóloga o a un coach especializado en temas de nutrición.

Por ahora, he reducido mi vida social a unos mínimos que bien podrían recordar a un lockdown en plena pandemia. Pero entiendo que eso favorece a mi gestión del estrés y me hace vivir más tranquila.

Eso sí, en cuanto recupere mis intestinos y el SIBO me dé tregua, voy a buscar a todos esos amigos y amigas que me invitaban a cenas y las voy a reclamar en toda regla. 

Diciendo esto se me ocurre una idea: 

Por cada vez que te inviten a una cena o evento al que no puedes ir, pídeles un Gutschein, un vale simbólico en el que se comprometan a ir contigo a comer o cenar al sitio que tú quieras. Con todas las cosas que vas a querer probar en cuanto estés bien, echa mano de los vales y a disfrutar de todas las personas maravillosas que te rodean.

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