¿Conoces las aventuras de Gulliver? En su segundo viaje, Gulliver llega a un país en el que los habitantes le superan con creces en tamaño. Como humano en miniatura, Gulliver era una atracción, en especial para las mujeres del lugar, que lo tenían siempre cerca, se lo llevaban con ellas, e incluso se desnudaban delante de él sin tapujos. Pero a Gulliver no le parecían atractivas las mujeres desnudas, al contrario. Desde su perspectiva de enano, Gulliver veía en la cara y en el cuerpo de esas lozanas señoras todos los microbios, parásitos y toda clase de microorganismos que una humana pueda poseer. Y a Gulliver le resultaban repugnantes.
Viaje a Brobdingnag y a Mallorca
En Brobdingnag, Gulliver se encuentra de pronto rodeado de montones de seres que para los gigantes son prácticamente invisibles. Y así es como me imagino nuestro cuerpo. Una compleja red de microbios que campean a sus anchas por nuestra piel, nuestro pelo y, por supuesto, en nuestro interior, dentro de nuestros órganos. Estos bichitos anidan fácilmente en nuestros intestinos porque para ellos debe de ser un sitio molón, algo así como Mallorca para los alemanes. Un lugar de vacaciones con all inclusive, pulserita y cubo de sangría en la playa.
A fin de cuentas, no somos más que un vehículo para una fauna y una flora diminuta. De hecho, me veo como un puzzle formado a base de piezas minúsculas. Pero con una particularidad, y es que estas piezas no se quedan quietas, sino que se mueven, caminan y van dejando tras de sí una hilera de desperdicios, gases y nanoexcrementos. Igual que cuando va la gente a pasar el día al campo. Como humana, lo más seguro es que yo represente lo mismo para el planeta, un piojo saltarín que va dejando residuos a lo largo de su existencia, aunque tengo la esperanza de ser una bacteria buena y no causar un SIBO planetario a nuestra bella Tierra.
Los bichos que nos habitan
¿Te gusta la jardinería? Si en algún momento de tu vida te has dedicado a plantar flores en tu jardín o balcón te habrás dado cuenta de que antes o después aparecen bichitos que crecen en las plantas. Algunos de ellos no hacen nada malo, como las mariquitas o las mariposas, que te alegran la vista e incluso ayudan a quitar algún pulgón de encima. Pero no todos los insectos son tan bonitos ni tan útiles, sino que se aprovechan de tus plantas, sobre todo de las más jóvenes y tiernecitas y no tienen reparos en reducir tus geranios a un trozo de palo pelao con dos hojas recolgonas.
Pues bien, de estos bichos impredecibles te quiero hablar hoy. Pero me voy a centrar en los bichos de los intestinos, y no de las plantas. Desde que empecé a tener problemas digestivos han aparecido estos microseres que se han encargado de darme algún que otro problema:
Parásitos
Por algún motivo, es una palabra que me cuesta memorizar y de la que siempre me olvido cuando la quiero utilizar dentro de un contexto que la necesita. Como por ejemplo: “Mira, a este árbol le ha salido un… un bicho de esos”. Pues bien los parásitos son criaturas infames que se aprovechan de un organismo sano y viven a costa del pobre ser al que le toque aguantarlos.
Mi primera asociación con los parásitos son las lombrices. Recuerdo que fui consciente de ello en el pueblo de mi madre cuando me dijeron que un perro tenía lombrices y que se veían en sus excrementos. Puede que este sea un recuerdo traumático que estoy aireando aquí a los cuatro vientos, pero sola la idea de que pueda haber gusanos viviendo dentro de un perro me causó mucho asco. Y más grimita me da pensar que estos seres puedan estar dentro de mi cuerpo. Y no solo que puedan estar, sino que estén ya dentro.
Los parásitos son unos bichos asquerosos. Te producen ese tipo de molestias que no quieres confesar. Algunos te generan mal olor en las axilas, otros hacen que te pique el culo de forma frenética cuando duermes. Se manifiestan incluso en la visión, algo que he leído recientemente y me ha impactado. Quizá conoces el fenómeno de ver puntitos negros que se mueven cuando miras de izquierda a derecha y que sobre todo se notan si miras algo blanco, como una pared o una pantalla. Pues por lo visto de ese efecto también son responsables los puñeteros parásitos.
Desde luego no traen nada bueno, y lo mejor que puedes hacer es quitártelos de encima. Hay varios remedios que se pueden comprar en la farmacia, pero una técnica es a través de la alimentación. A los parásitos no les gustan las especias, hay algunas de ellas que tienen efecto antibiótico y se los cargan, como el tomillo, el romero o el orégano.
Virus
El virus, ese pequeño gran enemigo de la salud pública. El archiconocido Corona virus que nos ha puesto en jaque a escala planetaria es el ejemplo más obvio que te puedo traer. Los virus a fin de cuentas son también parásitos que se acomodan en tu cuerpo y te las hace pasar canutas. Quizá es el microbio más extendido en el reino animal, porque creo que en el reino vegetal los virus no representan ningún riesgo para las plantas. Al menos yo no he visto a ninguna estornudar.
Cuando tienes SIBO y Leaky Gut cualquier infección es un añadido más a tu malestar, por eso huyo de personas que me tosen cerca. Me cuesta mucho dejar de usar mi mascarilla para protegerme cuando voy en tren o en avión. Porque pienso: “Sí hombre, estórnudame en la cara un poquito para que pille cualquier de tus microbios repugnantes, con la que tengo ya encima”.
Así que mascarilla al canto aunque ya no estén tan de moda. Pero al menos que no se me mezclen los virus con las bacterias…
Bacterias
Y hablando de bacterias, aquí tenemos a las protagonistas y grandes estrellas de la disbiosis mundial. Las bacterias tienen un rollo bipolar bastante potente. Somos buenas pero ojo que me reproduzco en trillones y te arruino el intestino.
Lo ideal sería que las bacterias vivieran en un equilibrio perfecto y se autogestionaran para que el cuerpo de su anfitrión no sufra daños y ellas puedan seguir viviendo la vida loca. Pero no. Se revolucionan, se vuelven locas con el azúcar y el alcohol, pierden los límites y la cabeza. Y para colmo algunas bacterias viajan de un cuerpo a otro y los invaden a veces muy despacio y otros con mucha más ímpetu.
Las bacterias buenas hay que cuidarlas mucho porque son las que no van a proteger de las bacterias abusonas. Te recomiendo el libro Cuidado de las bacterias primitivas, esas que nos acompañan desde hace miles de años y que solo quieren lo mejor para nosostras.
Arqueas
Estas son unos microbios algo crípticos. Se parecen a las bacterias pero en verdad no lo son. Si has oído hablar de las arqueas, lo más seguro es hayas tenido IMO. Este bichejo peculiar en sí no es nada fuera de lo común, se encuentra en todas las tripas del mundo. El problema viene cuando se instala en tu intestino delgado y te genera gases de metano. Y a estas hay que ponerlas a ralla como a las demás y dejar que pasen hambre para que no te maltraten el intestino
Hongos
Quien ha sufrido las cándidas en sus propias carnes sabe mucho mejor que yo lo que esto supone. Que yo sepa, estos son los únicos microbios que no me han invadido durante mi SIBO y toco madera para que no suceda, porque son pesadísimos. Igual que las bacterias, se flipan con el azúcar y las cosas dulces.
Se reproducen bastante rápido y dan muchos problemas digestivos a quien le toca portar a estos pequeños champiñones por el mundo. Por desgracia las cándidas no son tan majetas como las setas de Supermario Bros. Si sospechas que tienes cándidas, intenta quitártelas lo antes posible de encima porque se reproducen como lo que son, hongos.
Te dejo con este microresumen sobre los microbios para que analices si hay alguno que te suena y te está generando algún problemilla en tus digestiones o en tu salud.
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